16 de enero de 2013

El fuego de la tarde - Txarrena


Se deja arrastrar mis dedos por su cuerpo.
Me canta, me canta la canción que quiero.
Y al oído me silba melodías que son del viento
y volvemos a empezar cuando salto desde el suelo
 
Eres la huella que vaga al ritmo de mi sombra,
cuando se pierde la noche resbalando en cada gota.
Cómo busco tus ojos cuando siento la derrota,
cómo abrazas mi cuerpo sólo con un par de notas.

Que eres mi luna preferida ya lo sabes.
Que tu beso va vestido con el fuego de la tarde.
Que eres mi luna preferida ya lo sabes.
Que tu beso va vestido con el fuego de la tarde.
 
Y te emborrachas conmigo de horas muertas
que resucitan en segundos y se cuelan por la puerta.
Para vernos desnudos agarrados a la cuerda
que mantiene al corazón golpeando las venas.


2 de enero de 2013

"me gusta hacerte feliz porque consigo el oír lo que más me gusta:


tu risa".

28 de diciembre de 2012

Me recuesto junto a él en el asiento y dejo que su música se apodere de mí. Durante media hora, encuentro cierta paz en el hecho de notar que el corazón de otra persona late al mismo ritmo que el mío.



Soy de las que piensan que lo amargo se vuelve dulce, que si dices "no", pienso que es un "no sé", que arrastrarse es lo último y, si es cuestión de ignorar, en eso tengo un sobresaliente.

Acepto seguirte el juego, pero siempre me quedo sin vidas. Si sonrío es que te quiero, y si te miro mal es que odio quererte. No digas que no tengo razón, porque siempre la tengo, y sino demuéstramelo.

Me encantan los besos robados, solo si se merecen. También suelo imaginar cosas que no van a ninguna parte. Adoro los imposibles porque dan sentido a la vida. Siempre muero de ganas por todo. Ahora no va a ser menos.

Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos valía más el 

bar de abajo  que toda Nueva York.



Decía que tenía el corazón alicatao hasta el techo, 
que a ver si no podía hacerle yo una cenefa a besos.

Que sólo quiero que seas feliz, verte sonreír.


17 de julio de 2012

Te extraño, pero no te quiero de regreso. 
Solo quiero que lo sepas, para que tengas en cuenta que te pienso, sin necesitarte a mi lado.




Busqué el modo de hacerla razonar pero no pude.
No atendía razones y se convirtió en una leyenda metropolitana. Fria, 
determinada, vengativa e imparable, como las mujeres heridas de amor
Él es simple, sencillo, es el que un día me dijo te quiero y se me cayó el mundo encima
.